La cueva funeraria, eneolítica, de la "Loma de los Peregrinos", en Alguazas (Murcia)
Asunción Fernandez de Avilés
[page-n-73]
ISSN 1989-508
1
AUGUSTO FERNANDEZ DE AV I LES
La cueva funeraria, eneolltica, de
la «Loma de lo!. Peregrino!.», en
fllguaza!. (Murcia)
NOTICIA DEL HALLAZGO
La prensa local de Mu rcia di6 cuenta, el 20 de Enero de 1933,
del hallazgo casual de es le yacimiento. Como en tanlas ocasiones,
rué la reja del :lr:Hlo l:J que actuó de imprevisto instrumcnlo arqueológico, hundiéndose en el terreno o encontrando resistencia que
motiv6 una intervención de! labrador para salvar el ohstácu lo. Q uitad:1 con el azadón la ,ierra, resultó ser un:1 losa Que cubría la cnIrada, de medio metro :lproximlldamente de anchura, de una conCil\"¡dad en cuyo interior hnbía restos humanos e induslri:-dcs.
Imaginando, sin duda, los consahidos tesoros, el descubridor
prosiguió dentro sus excavaciones con las naturales consecuencias
para la integridad de los esqueletos y ajuar, Que aún sufrieron más
por las visitas de numerosos curiosos del pueb lo en días sucesivos
y:1 horas en que no podía ejercerse la vigilancia dispuesta por el
Alclllde de Alguazas, quien, mientras resolvía el Gobernador Civil,
habí:1 dispuesto fuese lapada la entrada de la cueva con piedras y
rcstiluído todo a la forma en que apareció.
Cuando ¡¡cudimos al lugar, en la tarde del mismo día de publi.
cada la noticia, pero transcurridos ya nueve desde Que aCllcdó el
hallazgo, el daño estaba !-H'cho y sólo cupo inspeccionar la cueva,
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AUGUSTO ,IIeR'NANDEZ DE ,,"VILES
recoger informaciones y trasladar al Museo Provincial lüs objetos
conservarlos por algunos parliculare. (1).
El propósito de repetir la \-¡sila para documentar gráficamente la
cueva, examinar con detenimiento la tierra revuelta y observar los
alrededores. no pudimos llevarlo a cabo; limitándonos, tamhién,
en el Museo, a catalogar y fotografiar someramente las piezas ingresadas. Quedaron. pues, sin trazar los dibujos y sin anotar las características del material, pátina, ctc., en espera de momento oportuno, que no llegó.
LA CUEVA
La «Loma de los Peregrinos» es un pequeño repliegue enclavado en una finca distante un par de kilómetros al Noroeste de Alguazas y propiedad del citado Sr. Alarcón; la cueva está situada en la
falda de la loma, en terreno duro calizo, Que, aunque poco accidentado, deja suponer la existencia de otras concavidades semejantes.
Sobre la disposici6n de la entrad!! no tenemos más datos Que el
de su angostura y su cierre pOr una o más piedras , totalmente desplazadas en ocasi6n de nuestra visita. En todo caso, se trata de una
cueva natural, de planta lij!eramente ova lada de unos 5 metros de
longitud en su eje mayor y 1'SO metros de altura máxima, decreciente hacia los bordes, lo Que produce una techumbre irregular a manera de bóveda, mientras (me el piso, horizontal, está cuhierto por
una capa de tierra, probabl('mente de bastante espesor.
Nada encontramos en nuestra rápida investigaci6n, tanto a causa
del despojo antes referido como de la falta de medios adecu.:ldos;
pero es de suponer que numerosos objetos menudos habrán p.J6ado
inadvertidos a los rebuscadores, como se desprende del conjunto
industrial exhumado, en el Que se echan de menos elementos integrantes de otros yacimientos coetáneos.
Lo Que es indudable es Que la cueva tenía el carácter de enterramiento colectivo, si bien hay distintas versiones en cuanto al número y disposición de los esqueletos y ajuar. Según las primeras noti(1) De la Inspeeelón realIZadA en unión del 8eeretario de 1& COmisión de MonumentOll, D . Andrés SObeJano. publicó un reportaje LA VERDAD del 21 de
Enero, haciéndose además una naefla deacr1pttva a petición de la As50clated
Presa. Corulte nuestro recoooclmJento a laa autoridades de Algu.azas por 6U etlcaz colabo~lón! as! como al Sr. Cura, D. Jesús Oareta. al Dr. Ayal& y a don
Francisco AlarOOn. duetio del terreno. que amablemente cedieron al Museo los
objetos a que más adelante nos referimos.
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CUEVA PUNBRARIA DE LA .LQMiA DE LOS PIDlEGRlI>:OS.
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cias de prensa, los individuos sepultados vistos por el autor del hallazgo eran cuatro, sin precisar su colocación; o bien, se indica que
esfahan hacinados en un rincón, casi intactos, pero sin expresar su
númCTo (1) .
Por lo que nos dijeron en el lugar, ,:ersión que recoge el reportaje arriba alud ido (2), el descubridor encoUlró en el interior «u n
hllén número de esqueleto'! -él suponía que se elevaban a diecisiete
o dieciocho--, co locados unos sobre otros. en el centro de la eueVil y en posición de medio lado, con las piernas y brazos encogidos,..
Destruidos completamente, como hemos dicho. el médico del puehlo co nservó algunos restos óseos, tales como dientes, trozos de parielal, fémures, etc.; pero todo tan fragmentado, Que no le permi.
ti ó deducir ninguna conclusión.
EL AJUAR
Tampoco determinan bs primeras comunicacioncs la situación
de los utcnsidios hallades en relación co n los cadáveres; sólo «L:I
\' erdad,. del dia 21 dice que «u na porción de objetos de piedra y
barrOll estaba n «a lrededofll de los· mismos, expresando tambien la
dc~truc"ión de muchas vasijas.
Los restos del aju:!r, según queda dicho, hubimos de buscarlos
en el pueblo mismo, donde continuaron algunos en poder de las
pcrso nas quc con tanta amabilidad nos ate nd ie ron (3); pero la ,nayoría ingresaron cn el Musco de Murcia, y a ellos sc co ntrae nuestro estudio.
l .- Materia/Ulico.
Compónese de dos grupos dí' objetos: '-be has de piedra y diversos útiles de sílex: hojas de cuchillos y r:l spadores , sierra, puntas de
Aech a y ho)a de puñal.
Las hachas (l:'im. 1) donadas al Museo por los Srcs. García, Ayala y AI:lrcón, son diez, en su mayoría de ofita, de moderado tama ño, predomi nando los tipos alargados de sccción circular, si bien
(1)
LA VERDAD Y EL LIBERAL. I1.'SpeCUvnmente (20 Enero).
(21
d:l doocubrtn:üento arqueológico de Alguazsu. LA VERDAD. 21 Enero.
(31 Dado el tiempO t:ranscUITldo. no recordamos partleUlaridadC6 de talea
obJetotl, pudiendo suponerse, por ejemplo. que entre las flechas acaso existlrfan
tipos distintos 'a 106 ingresados en el Museo de Murcia, y que no faltsrian lampoco los on:llnarl06 obJek:16 de adomo. como brazaletes. collares de distinta
especie, etc., de 106 que, en efecto, se han recogido algunaa euenw.
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AUGUSTO f\E.RNANGEZ DE AVILES
hay alguno achatado; otro ejemplar trapecial, incompleto. de bordes redos, debió ser enmangado como azuela. Casi todas las piezas
presentan grandes seña les de uso y de sucesivos reaguzamientos del
filo. ostentando alguna intenso pulimento.
Las hojas de sílex (lám. 11), más o menos completas. que han
sido entregadas por los Sres. Alarcón y Ayala. alcanzan el número
de diecisiete. además de tres pequeños fragmentos. El materia l, generalmente patinado , varía desde el color blancuzco al obscuro,
existiendo junto a ejemplares de notable finura de ejecución, con su
inflexión típica, ot ros torpemente esbozados que incluso conservan
restos de la corteza: la m¡sma dive rsidad hay en el tamaño. Que
llega, en la pieza mayor, hasta 158 milímetros.
Es corta la serie e incomp leta la tipología de la8 flechas (I:ím i.
na 111, 1-5) cedidas por 108 dos citados scñores. Redúcese a cinco
cjemplares labrados en gener:. 1 con exquisita finur:t, correspondientes a tipos romboidales y foliformes . Señalemos como normales 1311
dos características hojas de sauce (núms. 2 y 4) y la romboidal de
ángulos aguzados (núm. 1), acaso la de m:ís delicado retoque; en
cuantq a I:ts dos rest:mles, son de advertir las incipientes aletas de
la minúscula punta núm. 3 y el estrangulamiento de la romboidal
de ángulos romos núm . S.
Cierran dignamente el conjunto IÍlico de esta cueva dos piezas de
sílex muy notables, entregadas, respectivamente, por el Sr. Cura de
Alguazas )' por el propietario del terreno. La primer:1 (Iám . 111, 9)
es una sierra tallada en una sólida lámina rectangular de sección
ligeram ente biconvexa y de gran regu laridad, en lo que puede JUZgarse del fragmento conservado, comprensivo sin duda de la mayor
parte de la pieza; fuertes retoques ocup:1n toda su extensión por
ambas caras, salvando en l'D:1 de citas cierta porción de la corteza.
La otra pieza es una precios:1 hoja de utensilio :!puntado (I,im ina 111 , 6), labrada en sílex brillante con la mayor perfecc i6n. Como
las flech:ls y el serrucho descritos, sus superficies -sin espina longitudinal- se hallan tota lmente retocados, logrando así un aguzamiento de filo y pUn(a Que la hace apta como arm:1 inciso-punzante Dos muescas dispuestas simétricamente cerca de la base redonde:tda, indican el procedimiento de enmangue, mientras que la
anchura de aquélla, mucho menor que la del cuerpo de la hoja, descarta la idea de una al:lbarda, por su solidez y tam:tño, en fin. nos
inclinamos a considerarla más bien como hoj:! de puña l que de jabalina.
Este instrumento, el más importante de todo el ajuar de Alguazas, pertenece a ese género de objetos de sílex antecesores y mode-
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CUEVA FUNBRARlA 1)10 U
.. lo."A DE LOS l'IBRECINNOS.
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los de sus equivalentes metálicos, como la magnífica hoja de pu·
ña l, lanza o jabalina del «Cau d'en Serra» (1). e l puñal de Gádor,
en la colección Siret (2) o la alabarda de Garrovillas. en el Museo
Arqueológico Nacional (3), entre otros ejemplares portugueses y
fr:lneeses Que podrían citarse.
1I.-UtcIIsilios de I/Ucso J' fIIctol.
Aunque só lo existen se ndas piezas de c:lda materia, tienen un
\'a lor representativo en el cuadro de hallazgos, siendo la segunda de
ellas, además. deci~iva para la fijación cronológica del mismo.
Ambas son punzones: el de hueso (hím. 111, 7), acaso de ru ·
miante, partido por la mirad y de dimensiones modestas. no tiene
ninguna característica especial, apareciendo iguales, como se sabe.
en épocas variadas y por supuesto en lodo este ciclo neoeneolítico.
El de cobre (lám. ITI, 8) ('s una excelente pieza perfectamente con.
servada, de sección cuadrangular y anchura creciente hacia la hJse.
apuntada lo mismo que el Ol ro extremo (4). Es idéntico al que ,
procedellle de Ciempozuelos, se conserva en la Academia de 13
Historia, y a los de estaciones almerienses, cual la de Campos, en
la colección Silet (5).
lll.-G-erámica.
Unicamente han podido salvarse dos vasos de di slinto tipo y algunos frag mentos sueltos de b3rro, entre las «muchas vasijas.. que
aparecieron: unas catorce, según concretaron nuestros informantes .
La vasija pequeña --8 cm. de altura por 9 de diámetro- adopta
la típica forma de casquete profundo con los bordes prolongados
casi verticalmente y con un botón en ~ u tercio inferior para facilitar
su manejo (Mm. IV , 1). Est:í toscamente modelada :1. mano, obser.
vándosc las huellas digitales en la mal cocida pasta. Salvo un des·
(1) S. Vllaseca : lE! cau d'en Sernu. AMPURIAS. n (1940), lAmo V. Hg. l.
8610 una de l.a.s carM a.parece retocada. estando, ademés, tallada a dos vertien tes.
(2) C. de Mergetlna: «La es!adón arqueológica. de Montetrfo (Oranada).
l . Lo6 dólmenes.. BOL. S. A. ARQ. VALLADOLID. vm (1942), ng. 4, nt1m.. 8.
(3) H. 6chmklt: «EBtudlOll acerca. de lOS principiOS de la. Edad de los Metales
en F..spafia•. COMo l. P. PREH.• 8 (1915).
(4) El punzón de bueso rué cedido por el Sr. AJ.aroón; el de metal -no meno
donado en ninguna resefia perlodLstica. a diferencia de aquél_ lo Ignoramos, y
hasta creem.os recordar que nos lo entregaron como cosa. moderna. por IIU buena
conservación: pero su antigüedad es indudable y lo lnclu.lm08 aqul sólo con esa
tenue reserva de procedencia.
(5) H. y 1... Siret: r:Le6 premieres 19es du mélal dalla le SUd.-Est de l'E&pagne».
Anvers. 1887, JAm. ll.
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AUGUSTO RBRNANDEZ DE AVu..ES
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conchado al lado opuesto al pezón, se consen'a en buen estado.
habiendo sido donada por D. Jesús García.
E l otro recipiente (lám. IV. 2), cn['regado por D. Francisco
Alarcón, es un cuenco semiesférico, lamhién a mano, de 11 por
20,5 cms., en barro cocido ordinario con manchas negras del fuego;
está incompleto, por fractura reciente.
Por último, de los dieciséis fragmentos sueltos cedidos por los
tres señores nombrados, se puerle :lp rctiar, en los m~s grandes , que
perfenecieron a casquetes de forma, dimensiones, barro y técnica
igllales al descrito cn primer lugar; todos ellos enteramente lisos,
excepto un trozo Que muestra, junto al borde, una frar1j:1 decoraIha puntcada de orificios circulares dispuestos en tres líneas irregulares (Iám . IIJ , 12). Formas, éstas, de casquete esférico y ovoideas, frecucntísim3s durante una larga época (1); y sistema decorativo tan elemental Que podrían alegarse multitud de casos, cual
e l fragmento del pob lado de La Gerundi:J (2), e l de la cueva de la
Moreva, los de la ga lería cubierta de Puig Roig (3), etc.
f V.-Objetos de adonlo.
La presunción de 1:1 existenci:¡ de ohjelos de esta especie se comprueba por el..h;lllazgo (4) de un «trozo de collar", conservado por
el Dr. Aya la. sobre cuya naturalez:I no podemos dar más deta lles.
CRONOLOGtA
Pese a las limitaciones ya explicadas, el conjunto del material
descri to y el que en buena lógica puede suponerse le completara,
3sí como las condiciones en que apareció, permiten situar culturalmente nuestra cueva y establecer paralelos, innecesarios por conocidoll. en la región levantina y suroriental (5).
Sin las anomalías de oiros yacimientos al estilo de la cueva de
(1) J. serra Vilaró: cEl vas campanltonne a catalWlya. l. Lc8 coves sepulcrals eneolitJques:t. Solsona, 193. fig. 26.
(2) S1ret, ob. cit.. 1ám. l. lTo.
(3) S. Vflaseca: clA Industria del sílex a Catalllllya ..•. Reue., 1935. fl.g. 102.
(~ L. Perlcot: cExploraciOllea dolméniCas en el Ampurditn •. AMPURlAS. V
(194.3) . fl.g. 7.
<51 Por lo que 51! refiere a estacione!! del comienzo de la Edad de 105 Me.&les. en la provincia. de Murcia. pueden verse además de las publicadas en la obra.
citada de S~ret. Ja.s sefialndas por J . CuadradO; cNotlcta. lIObre algunos yaclmien·
to6 prehistóricos en la. provlncla de Murcia». BOL. MUSEO P. B. ARTES, Murcia. UI3.5, núm. xm. pág. 30.
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OUEVA
FUNe~R)A
DE LA
.lo.~
DE II..OS PEREGRLNOS.
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.. Ca mí Real., Albaida (1) ---cuyo probable carácter de osario. justifica aquéllas-, la perfección técnica que acusan principalmentc
las puntas de flecha, la sierra y la hoja de puñal, y la presencia misma de ésta y dcl hermoso punzón de cobre. nos dan un índice cronológico bastante avanzado, ya en pleno Eneolítico, al que no se
opone ni la tosqucd:ld de ciertas hojas, ni la simplicidad de la cerámica, ni la posiblemente f:¡lsa ausencia de tipos más evolucionados
en la tipologí:l de las flechas.
T:tI vez un reconocimiento del lerreno produciría, ap:lrte de
nuevos elementos de juicio en el interior de 1:1 cueva, el ciescubrimiento de enterramientos análogos, dando b:lsC p:lra bUSC3f en sus
prt.lximidades el poblado correspondiente ti esta supuesta necrópolis encolítica de la .LOOl:l de los Peregrinou.
(1 ) l . Ballester: «La covacha sepulcral de «Caml Real». ARCH. PREH. LEVANTINt\. 1 (1928)
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F. de Avilés · . Loma de los Pere grinos•.
LÁMINA 1.
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t:==::±==:::jl·[m.
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F. de Avilés - .. Loma de los Peregrinoso.
====:t::===:::::jl cm.
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Hoju de .i!ex
LÁM I NA 11.
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f. de Avilés
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Pun1a. de
He~ha,
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I
cm.
6, hoja, y 9, .ierra, de .rlu; i; ¡puntón de hueso; 8 ¡ puntón
de «lbre; 10/ 12, 'rllmenlO¡
~et.mieOl
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F. de Avilés - .Loma de los Peregrinos.,
LÁM INA IV.
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AUGUSTO FERNANDEZ DE AV I LES
La cueva funeraria, eneolltica, de
la «Loma de lo!. Peregrino!.», en
fllguaza!. (Murcia)
NOTICIA DEL HALLAZGO
La prensa local de Mu rcia di6 cuenta, el 20 de Enero de 1933,
del hallazgo casual de es le yacimiento. Como en tanlas ocasiones,
rué la reja del :lr:Hlo l:J que actuó de imprevisto instrumcnlo arqueológico, hundiéndose en el terreno o encontrando resistencia que
motiv6 una intervención de! labrador para salvar el ohstácu lo. Q uitad:1 con el azadón la ,ierra, resultó ser un:1 losa Que cubría la cnIrada, de medio metro :lproximlldamente de anchura, de una conCil\"¡dad en cuyo interior hnbía restos humanos e induslri:-dcs.
Imaginando, sin duda, los consahidos tesoros, el descubridor
prosiguió dentro sus excavaciones con las naturales consecuencias
para la integridad de los esqueletos y ajuar, Que aún sufrieron más
por las visitas de numerosos curiosos del pueb lo en días sucesivos
y:1 horas en que no podía ejercerse la vigilancia dispuesta por el
Alclllde de Alguazas, quien, mientras resolvía el Gobernador Civil,
habí:1 dispuesto fuese lapada la entrada de la cueva con piedras y
rcstiluído todo a la forma en que apareció.
Cuando ¡¡cudimos al lugar, en la tarde del mismo día de publi.
cada la noticia, pero transcurridos ya nueve desde Que aCllcdó el
hallazgo, el daño estaba !-H'cho y sólo cupo inspeccionar la cueva,
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recoger informaciones y trasladar al Museo Provincial lüs objetos
conservarlos por algunos parliculare. (1).
El propósito de repetir la \-¡sila para documentar gráficamente la
cueva, examinar con detenimiento la tierra revuelta y observar los
alrededores. no pudimos llevarlo a cabo; limitándonos, tamhién,
en el Museo, a catalogar y fotografiar someramente las piezas ingresadas. Quedaron. pues, sin trazar los dibujos y sin anotar las características del material, pátina, ctc., en espera de momento oportuno, que no llegó.
LA CUEVA
La «Loma de los Peregrinos» es un pequeño repliegue enclavado en una finca distante un par de kilómetros al Noroeste de Alguazas y propiedad del citado Sr. Alarcón; la cueva está situada en la
falda de la loma, en terreno duro calizo, Que, aunque poco accidentado, deja suponer la existencia de otras concavidades semejantes.
Sobre la disposici6n de la entrad!! no tenemos más datos Que el
de su angostura y su cierre pOr una o más piedras , totalmente desplazadas en ocasi6n de nuestra visita. En todo caso, se trata de una
cueva natural, de planta lij!eramente ova lada de unos 5 metros de
longitud en su eje mayor y 1'SO metros de altura máxima, decreciente hacia los bordes, lo Que produce una techumbre irregular a manera de bóveda, mientras (me el piso, horizontal, está cuhierto por
una capa de tierra, probabl('mente de bastante espesor.
Nada encontramos en nuestra rápida investigaci6n, tanto a causa
del despojo antes referido como de la falta de medios adecu.:ldos;
pero es de suponer que numerosos objetos menudos habrán p.J6ado
inadvertidos a los rebuscadores, como se desprende del conjunto
industrial exhumado, en el Que se echan de menos elementos integrantes de otros yacimientos coetáneos.
Lo Que es indudable es Que la cueva tenía el carácter de enterramiento colectivo, si bien hay distintas versiones en cuanto al número y disposición de los esqueletos y ajuar. Según las primeras noti(1) De la Inspeeelón realIZadA en unión del 8eeretario de 1& COmisión de MonumentOll, D . Andrés SObeJano. publicó un reportaje LA VERDAD del 21 de
Enero, haciéndose además una naefla deacr1pttva a petición de la As50clated
Presa. Corulte nuestro recoooclmJento a laa autoridades de Algu.azas por 6U etlcaz colabo~lón! as! como al Sr. Cura, D. Jesús Oareta. al Dr. Ayal& y a don
Francisco AlarOOn. duetio del terreno. que amablemente cedieron al Museo los
objetos a que más adelante nos referimos.
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CUEVA PUNBRARIA DE LA .LQMiA DE LOS PIDlEGRlI>:OS.
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cias de prensa, los individuos sepultados vistos por el autor del hallazgo eran cuatro, sin precisar su colocación; o bien, se indica que
esfahan hacinados en un rincón, casi intactos, pero sin expresar su
númCTo (1) .
Por lo que nos dijeron en el lugar, ,:ersión que recoge el reportaje arriba alud ido (2), el descubridor encoUlró en el interior «u n
hllén número de esqueleto'! -él suponía que se elevaban a diecisiete
o dieciocho--, co locados unos sobre otros. en el centro de la eueVil y en posición de medio lado, con las piernas y brazos encogidos,..
Destruidos completamente, como hemos dicho. el médico del puehlo co nservó algunos restos óseos, tales como dientes, trozos de parielal, fémures, etc.; pero todo tan fragmentado, Que no le permi.
ti ó deducir ninguna conclusión.
EL AJUAR
Tampoco determinan bs primeras comunicacioncs la situación
de los utcnsidios hallades en relación co n los cadáveres; sólo «L:I
\' erdad,. del dia 21 dice que «u na porción de objetos de piedra y
barrOll estaba n «a lrededofll de los· mismos, expresando tambien la
dc~truc"ión de muchas vasijas.
Los restos del aju:!r, según queda dicho, hubimos de buscarlos
en el pueblo mismo, donde continuaron algunos en poder de las
pcrso nas quc con tanta amabilidad nos ate nd ie ron (3); pero la ,nayoría ingresaron cn el Musco de Murcia, y a ellos sc co ntrae nuestro estudio.
l .- Materia/Ulico.
Compónese de dos grupos dí' objetos: '-be has de piedra y diversos útiles de sílex: hojas de cuchillos y r:l spadores , sierra, puntas de
Aech a y ho)a de puñal.
Las hachas (l:'im. 1) donadas al Museo por los Srcs. García, Ayala y AI:lrcón, son diez, en su mayoría de ofita, de moderado tama ño, predomi nando los tipos alargados de sccción circular, si bien
(1)
LA VERDAD Y EL LIBERAL. I1.'SpeCUvnmente (20 Enero).
(21
d:l doocubrtn:üento arqueológico de Alguazsu. LA VERDAD. 21 Enero.
(31 Dado el tiempO t:ranscUITldo. no recordamos partleUlaridadC6 de talea
obJetotl, pudiendo suponerse, por ejemplo. que entre las flechas acaso existlrfan
tipos distintos 'a 106 ingresados en el Museo de Murcia, y que no faltsrian lampoco los on:llnarl06 obJek:16 de adomo. como brazaletes. collares de distinta
especie, etc., de 106 que, en efecto, se han recogido algunaa euenw.
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AUGUSTO f\E.RNANGEZ DE AVILES
hay alguno achatado; otro ejemplar trapecial, incompleto. de bordes redos, debió ser enmangado como azuela. Casi todas las piezas
presentan grandes seña les de uso y de sucesivos reaguzamientos del
filo. ostentando alguna intenso pulimento.
Las hojas de sílex (lám. 11), más o menos completas. que han
sido entregadas por los Sres. Alarcón y Ayala. alcanzan el número
de diecisiete. además de tres pequeños fragmentos. El materia l, generalmente patinado , varía desde el color blancuzco al obscuro,
existiendo junto a ejemplares de notable finura de ejecución, con su
inflexión típica, ot ros torpemente esbozados que incluso conservan
restos de la corteza: la m¡sma dive rsidad hay en el tamaño. Que
llega, en la pieza mayor, hasta 158 milímetros.
Es corta la serie e incomp leta la tipología de la8 flechas (I:ím i.
na 111, 1-5) cedidas por 108 dos citados scñores. Redúcese a cinco
cjemplares labrados en gener:. 1 con exquisita finur:t, correspondientes a tipos romboidales y foliformes . Señalemos como normales 1311
dos características hojas de sauce (núms. 2 y 4) y la romboidal de
ángulos aguzados (núm. 1), acaso la de m:ís delicado retoque; en
cuantq a I:ts dos rest:mles, son de advertir las incipientes aletas de
la minúscula punta núm. 3 y el estrangulamiento de la romboidal
de ángulos romos núm . S.
Cierran dignamente el conjunto IÍlico de esta cueva dos piezas de
sílex muy notables, entregadas, respectivamente, por el Sr. Cura de
Alguazas )' por el propietario del terreno. La primer:1 (Iám . 111, 9)
es una sierra tallada en una sólida lámina rectangular de sección
ligeram ente biconvexa y de gran regu laridad, en lo que puede JUZgarse del fragmento conservado, comprensivo sin duda de la mayor
parte de la pieza; fuertes retoques ocup:1n toda su extensión por
ambas caras, salvando en l'D:1 de citas cierta porción de la corteza.
La otra pieza es una precios:1 hoja de utensilio :!puntado (I,im ina 111 , 6), labrada en sílex brillante con la mayor perfecc i6n. Como
las flech:ls y el serrucho descritos, sus superficies -sin espina longitudinal- se hallan tota lmente retocados, logrando así un aguzamiento de filo y pUn(a Que la hace apta como arm:1 inciso-punzante Dos muescas dispuestas simétricamente cerca de la base redonde:tda, indican el procedimiento de enmangue, mientras que la
anchura de aquélla, mucho menor que la del cuerpo de la hoja, descarta la idea de una al:lbarda, por su solidez y tam:tño, en fin. nos
inclinamos a considerarla más bien como hoj:! de puña l que de jabalina.
Este instrumento, el más importante de todo el ajuar de Alguazas, pertenece a ese género de objetos de sílex antecesores y mode-
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.. lo."A DE LOS l'IBRECINNOS.
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los de sus equivalentes metálicos, como la magnífica hoja de pu·
ña l, lanza o jabalina del «Cau d'en Serra» (1). e l puñal de Gádor,
en la colección Siret (2) o la alabarda de Garrovillas. en el Museo
Arqueológico Nacional (3), entre otros ejemplares portugueses y
fr:lneeses Que podrían citarse.
1I.-UtcIIsilios de I/Ucso J' fIIctol.
Aunque só lo existen se ndas piezas de c:lda materia, tienen un
\'a lor representativo en el cuadro de hallazgos, siendo la segunda de
ellas, además. deci~iva para la fijación cronológica del mismo.
Ambas son punzones: el de hueso (hím. 111, 7), acaso de ru ·
miante, partido por la mirad y de dimensiones modestas. no tiene
ninguna característica especial, apareciendo iguales, como se sabe.
en épocas variadas y por supuesto en lodo este ciclo neoeneolítico.
El de cobre (lám. ITI, 8) ('s una excelente pieza perfectamente con.
servada, de sección cuadrangular y anchura creciente hacia la hJse.
apuntada lo mismo que el Ol ro extremo (4). Es idéntico al que ,
procedellle de Ciempozuelos, se conserva en la Academia de 13
Historia, y a los de estaciones almerienses, cual la de Campos, en
la colección Silet (5).
lll.-G-erámica.
Unicamente han podido salvarse dos vasos de di slinto tipo y algunos frag mentos sueltos de b3rro, entre las «muchas vasijas.. que
aparecieron: unas catorce, según concretaron nuestros informantes .
La vasija pequeña --8 cm. de altura por 9 de diámetro- adopta
la típica forma de casquete profundo con los bordes prolongados
casi verticalmente y con un botón en ~ u tercio inferior para facilitar
su manejo (Mm. IV , 1). Est:í toscamente modelada :1. mano, obser.
vándosc las huellas digitales en la mal cocida pasta. Salvo un des·
(1) S. Vllaseca : lE! cau d'en Sernu. AMPURIAS. n (1940), lAmo V. Hg. l.
8610 una de l.a.s carM a.parece retocada. estando, ademés, tallada a dos vertien tes.
(2) C. de Mergetlna: «La es!adón arqueológica. de Montetrfo (Oranada).
l . Lo6 dólmenes.. BOL. S. A. ARQ. VALLADOLID. vm (1942), ng. 4, nt1m.. 8.
(3) H. 6chmklt: «EBtudlOll acerca. de lOS principiOS de la. Edad de los Metales
en F..spafia•. COMo l. P. PREH.• 8 (1915).
(4) El punzón de bueso rué cedido por el Sr. AJ.aroón; el de metal -no meno
donado en ninguna resefia perlodLstica. a diferencia de aquél_ lo Ignoramos, y
hasta creem.os recordar que nos lo entregaron como cosa. moderna. por IIU buena
conservación: pero su antigüedad es indudable y lo lnclu.lm08 aqul sólo con esa
tenue reserva de procedencia.
(5) H. y 1... Siret: r:Le6 premieres 19es du mélal dalla le SUd.-Est de l'E&pagne».
Anvers. 1887, JAm. ll.
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AUGUSTO RBRNANDEZ DE AVu..ES
6
conchado al lado opuesto al pezón, se consen'a en buen estado.
habiendo sido donada por D. Jesús García.
E l otro recipiente (lám. IV. 2), cn['regado por D. Francisco
Alarcón, es un cuenco semiesférico, lamhién a mano, de 11 por
20,5 cms., en barro cocido ordinario con manchas negras del fuego;
está incompleto, por fractura reciente.
Por último, de los dieciséis fragmentos sueltos cedidos por los
tres señores nombrados, se puerle :lp rctiar, en los m~s grandes , que
perfenecieron a casquetes de forma, dimensiones, barro y técnica
igllales al descrito cn primer lugar; todos ellos enteramente lisos,
excepto un trozo Que muestra, junto al borde, una frar1j:1 decoraIha puntcada de orificios circulares dispuestos en tres líneas irregulares (Iám . IIJ , 12). Formas, éstas, de casquete esférico y ovoideas, frecucntísim3s durante una larga época (1); y sistema decorativo tan elemental Que podrían alegarse multitud de casos, cual
e l fragmento del pob lado de La Gerundi:J (2), e l de la cueva de la
Moreva, los de la ga lería cubierta de Puig Roig (3), etc.
f V.-Objetos de adonlo.
La presunción de 1:1 existenci:¡ de ohjelos de esta especie se comprueba por el..h;lllazgo (4) de un «trozo de collar", conservado por
el Dr. Aya la. sobre cuya naturalez:I no podemos dar más deta lles.
CRONOLOGtA
Pese a las limitaciones ya explicadas, el conjunto del material
descri to y el que en buena lógica puede suponerse le completara,
3sí como las condiciones en que apareció, permiten situar culturalmente nuestra cueva y establecer paralelos, innecesarios por conocidoll. en la región levantina y suroriental (5).
Sin las anomalías de oiros yacimientos al estilo de la cueva de
(1) J. serra Vilaró: cEl vas campanltonne a catalWlya. l. Lc8 coves sepulcrals eneolitJques:t. Solsona, 193. fig. 26.
(2) S1ret, ob. cit.. 1ám. l. lTo.
(3) S. Vflaseca: clA Industria del sílex a Catalllllya ..•. Reue., 1935. fl.g. 102.
(~ L. Perlcot: cExploraciOllea dolméniCas en el Ampurditn •. AMPURlAS. V
(194.3) . fl.g. 7.
<51 Por lo que 51! refiere a estacione!! del comienzo de la Edad de 105 Me.&les. en la provincia. de Murcia. pueden verse además de las publicadas en la obra.
citada de S~ret. Ja.s sefialndas por J . CuadradO; cNotlcta. lIObre algunos yaclmien·
to6 prehistóricos en la. provlncla de Murcia». BOL. MUSEO P. B. ARTES, Murcia. UI3.5, núm. xm. pág. 30.
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OUEVA
FUNe~R)A
DE LA
.lo.~
DE II..OS PEREGRLNOS.
7
.. Ca mí Real., Albaida (1) ---cuyo probable carácter de osario. justifica aquéllas-, la perfección técnica que acusan principalmentc
las puntas de flecha, la sierra y la hoja de puñal, y la presencia misma de ésta y dcl hermoso punzón de cobre. nos dan un índice cronológico bastante avanzado, ya en pleno Eneolítico, al que no se
opone ni la tosqucd:ld de ciertas hojas, ni la simplicidad de la cerámica, ni la posiblemente f:¡lsa ausencia de tipos más evolucionados
en la tipologí:l de las flechas.
T:tI vez un reconocimiento del lerreno produciría, ap:lrte de
nuevos elementos de juicio en el interior de 1:1 cueva, el ciescubrimiento de enterramientos análogos, dando b:lsC p:lra bUSC3f en sus
prt.lximidades el poblado correspondiente ti esta supuesta necrópolis encolítica de la .LOOl:l de los Peregrinou.
(1 ) l . Ballester: «La covacha sepulcral de «Caml Real». ARCH. PREH. LEVANTINt\. 1 (1928)
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F. de Avilés · . Loma de los Pere grinos•.
LÁMINA 1.
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t:==::±==:::jl·[m.
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F. de Avilés - .. Loma de los Peregrinoso.
====:t::===:::::jl cm.
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Hoju de .i!ex
LÁM I NA 11.
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f. de Avilés
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Peregrinos~ .
LÁM INA 111
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I
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Pun1a. de
He~ha,
9
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cm.
6, hoja, y 9, .ierra, de .rlu; i; ¡puntón de hueso; 8 ¡ puntón
de «lbre; 10/ 12, 'rllmenlO¡
~et.mieOl
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,
,
F. de Avilés - .Loma de los Peregrinos.,
LÁM INA IV.
1
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10
cm.
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